Empleo al portador: ¿Estamos preparados para lo que viene?
Por: Jordan Páez 15 de Julio de 2025 | Ciudad de México
“Necesito trabajar a tope los siguientes tres años. Mi área de desarrollo profesional será sustituible, y todo lo que hago hoy será obsoleto…”
Martes. Una conversación que pasó de lo cotidiano a la expresión genuina de preocupación por la inminente –y aparentemente imparable– absorción de las IAs de incuantificables sectores laborales. En esta conversación, sostuvimos en resumen el sentir de toda una generación. En el fondo, el mensaje es claro: muchos empleos que hoy ocupan las juventudes mexicanas están en la cuerda floja ante la acelerada automatización y adopción de inteligencia artificial (IA).
La inquietud es palpable y fundamentada: ¿qué sucederá cuando las máquinas puedan reemplazar, con mayor eficiencia y menor costo, la labor de miles de jóvenes que ahora apenas comienzan sus carreras? ¿Estamos como país preparados para enfrentar el reto que esto supone?
El impacto real de la automatización en las juventudes mexicanas
Según el Foro Económico Mundial, se estima que para 2025 hasta el 40% de las habilidades requeridas en el mercado laboral cambiarán, y cerca de 85 millones de empleos tradicionales podrían desaparecer a escala global. En México, sectores como la manufactura, la atención al cliente, y ahora incluso áreas administrativas y creativas, están siendo rediseñados para maximizar la eficiencia mediante IA y procesos automáticos.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) también señala que, a nivel global, los jóvenes están dos veces más expuestos a empleos vulnerables ante la automatización. En México, el 26% de los trabajadores jóvenes están en empleos de alto riesgo de automatización en los próximos años, un porcentaje alarmante que crece cada año.
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La educación en apuros: un sistema desfasado ante nuevas demandas
A pesar del avance tecnológico, el sistema educativo en México sigue formando a los jóvenes en habilidades que pronto serán obsoletas. Los planes de estudio, que apenas se han actualizado, no incorporan materias clave como programación, pensamiento computacional o análisis de datos, esenciales en la economía digital.
Mientras tanto, países como Finlandia, Singapur y Corea del Sur ya integran estas competencias desde la educación básica, generando una ventaja competitiva para sus juventudes.
Además, los modelos educativos tradicionales no fomentan la adaptabilidad ni el aprendizaje continuo, capacidades críticas para quienes enfrentarán múltiples cambios de carrera a lo largo de su vida laboral.
Las áreas de oportunidad en un futuro incierto
A pesar de los riesgos, la automatización también genera nuevas oportunidades. Según LinkedIn y el Banco Mundial, sectores como la IA, ciberseguridad, análisis de datos y energías renovables están en expansión y ofrecen empleos bien remunerados.
Sin embargo, el acceso a estos empleos no es universal: requieren formación especializada que muchas juventudes mexicanas no pueden costear o que no está disponible en sus localidades.
También existe una enorme oportunidad en la economía creativa y los servicios personalizados, áreas donde la automatización aún no puede sustituir el toque humano. Pero el desarrollo de estas industrias en México es lento y requiere políticas públicas que impulsen tanto la innovación como el emprendimiento juvenil.
Un problema que trasciende a las juventudes: la urgencia de capacitar a las generaciones en activo
El impacto de la automatización no se limita a los jóvenes. También afecta a profesionistas entre los 35 y 60 años, quienes construyeron sus carreras en sectores como la supervisión, control de procesos y administración, que hoy están siendo absorbidos por la tecnología.
De hecho, un reporte de McKinsey indica que hasta el 50% de las actividades laborales de estos sectores podrían automatizarse en la próxima década.
La brecha de capacitación: un reto para los profesionistas en edad activa
En México, menos del 25% de los adultos entre 35 y 60 años ha recibido capacitación en habilidades digitales o tecnológicas en los últimos cinco años (INEGI). Esto limita seriamente su competitividad y su posibilidad de integrarse a entornos digitalizados o liderar equipos tecnificados.
A diferencia de las nuevas generaciones, que nacen rodeadas de tecnología, estos profesionistas requieren un esfuerzo mayor para adaptarse. Y las oportunidades de capacitación disponibles son escasas, centralizadas o costosas.
La reconversión profesional y el reskilling: alternativas inaplazables
Aunque algunos sectores han implementado programas de reskilling, estos no son suficientes. Países como Singapur y Alemania han diseñado programas de capacitación continua, financiados parcialmente por el Estado, que permiten a los trabajadores actualizar sus competencias.
En México, estos programas son escasos y suelen estar enfocados en sectores limitados como la manufactura, dejando fuera a profesionales de servicios, salud, educación y cultura.
Una estrategia nacional de reskilling, con subsidios e incentivos fiscales, es urgente para evitar que miles de trabajadores queden relegados del mercado laboral.
Políticas públicas urgentes para adaptarse al cambio
México necesita políticas de reconversión laboral como las de Alemania, y alianzas estratégicas con empresas tecnológicas para capacitar a estudiantes en habilidades emergentes. Esto incluye certificaciones, cursos accesibles y esquemas mixtos de formación técnica.
El Estado debe incentivar fiscalmente a las empresas que inviertan en la capacitación de sus empleados. En países como Francia y Japón, este modelo ya está funcionando con éxito.
El reto no es menor, pero es posible de superar si se actúa con visión de futuro. Las juventudes mexicanas y las clases trabajadoras tienen un potencial enorme. Lo que falta es un sistema que los prepare para competir y prosperar en un entorno global digitalizado.
¿Y… luego?
Confío, creo fervientemente que México es un país de gente muy capaz.
Nuestras juventudes y la clase trabajadora en activo están listas para enfrentar estos cambios.
Pero depende de las decisiones que tomemos hoy como sociedad. El futuro laboral de millones no puede quedar a merced de la suerte ni de la adaptabilidad individual. Necesitamos un sistema de preparación, acompañamiento y actualización permanente.
Veremos si el gobierno deja de discutir temas que ya deberían ser realidades —como la jornada laboral de 40 horas— y comienza a centrar su maquinaria legislativa en brindar certeza frente a un futuro que no se detiene. El tiempo, como la tecnología, no espera.
P.D.: La imagen de esta nota fue generada con un prompt básico en menos de 40 segundos. Pero la IA aún no sabe contar bien los dedos de las manos. La esperanza muere al último… o al menos, hasta el siguiente parche de actualización.
Jordan Páez
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