La carta que no se envió: el grito silencioso de la salud mental en México

Por: Jordan Páez 19 de noviembre de 2024 | Ciudad de México

Una carta que nunca llegó

Hola…

Mi nombre es Román, aunque no sé si eso importe mucho…

Así comienza el testimonio de un joven que pudo ser tu hermano, tu amigo, tu alumno, tu hijo. Un relato íntimo, profundo y doloroso, que representa a miles de personas que, como él, cargan con una tristeza invisible. Una carta que, aunque nunca fue enviada, debería habernos llegado a todos.


La estadística detrás del dolor

Aunque la historia de Román es ficticia, los datos no lo son. En México, el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años, con un incremento del 37% en la última década.
Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2024) – www.inegi.org.mx/temas/suicidios/

A nivel mundial, más de 700,000 personas mueren por suicidio cada año, lo que equivale a una persona cada 40 segundos.
Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023) – www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/suicide

Por cada persona que se quita la vida, se estima que al menos 20 más lo intentan. No son datos fríos: son vidas interrumpidas. Vidas que, como la de Román, quizás solo necesitaban una mano tendida.

¿Por qué no lo vemos venir?

La depresión es la gran epidemia silenciosa. Y, sin embargo, no sabemos detectarla, ni hablar de ella, ni atenderla con la urgencia que merece.

En México, solo 2 de cada 10 personas con depresión reciben atención profesional, a pesar de que el 56% presenta síntomas severos.
Fuente: Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (2024) – www.inprfm.gob.mx/

En contraste, países como Suecia o Canadá reportan una cobertura cercana al 70% en tratamiento oportuno, gracias a sistemas de salud mental integrados, accesibles y sin estigma. La diferencia entre esos números y los nuestros se mide en vidas salvadas.

Lo más doloroso: muchas veces se puede prevenir

La Organización Mundial de la Salud estima que hasta el 90% de los suicidios pueden prevenirse con una intervención temprana y adecuada. Pero eso implica reconocer que tenemos un problema. Que la salud mental es tan importante como la salud física, y que el silencio no es una solución, sino un riesgo.

También implica derribar mitos:

  • No, hablar de suicidio no es “llamar la atención”.

  • No, la depresión no es una “falta de carácter”.

  • No, el tiempo no siempre lo cura todo.

Lo que sí salva vidas es escuchar sin juzgar. Mirar sin minimizar. Abrazar sin esperar explicaciones.

¿Qué podemos hacer?

Como individuos:

  • Educarse en salud mental.

  • Detectar señales de alerta: aislamiento, cambios drásticos de conducta, comentarios sobre la muerte.

  • Estar disponibles, incluso sin tener respuestas.

Como sociedad:

  • Combatir el estigma desde la escuela, los medios y la familia.

  • Exigir políticas públicas que garanticen atención psicológica universal, gratuita y continua.

  • Invertir en prevención, no solo en atención de crisis.

En 2023, el presupuesto federal para salud mental representó apenas el 2.1% del gasto total en salud, siendo uno de los más bajos de América Latina.
Fuente: Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) – www.paho.org/es/temas/salud-mental

Un mensaje para quien lo necesite

Si tú, que estás leyendo esto, te has sentido como Román, no estás solo. Existen personas y organizaciones dispuestas a ayudarte. Puedes comunicarte con:

  • SAPTEL (24/7, nacional): 800 472 7835

  • Línea de la Vida: 800 911 2000

  • Emergencias: 911

Hablar es un acto de valentía. Pedir ayuda no te hace débil: te hace humano.

Cerrar el círculo

La historia de Román, aunque imaginaria, representa muchas historias reales que nunca llegan a escribirse. Pero si algo nos enseña esa carta es que siempre hay algo que puede salvarnos: una conversación, un abrazo, una mirada empática.

Hoy, más que nunca, necesitamos ser el apoyo que otros no tuvieron. Escuchar con el corazón. Hablar con responsabilidad. Y recordarle al mundo —y a nosotros mismos— que en medio del dolor también existen esperanza, dignidad y segundas oportunidades.

Si estás leyendo esto, detente un momento y respira. También tú mereces esa paz.
Y recuerda: no estás solo.

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