Tlaltecuhtli, códice de piedra en el corazón de Tenochtitlan: una historia viva que sigue excavándose
Por: Redacción SUMMA 24 de Junio de 2025 | Ciudad de México
Una obra académica que reconstruye con precisión quirúrgica el dinamismo de México-Tenochtitlan ha sido reconocida con el Premio Raymond e Yvonne Lantier 2025, otorgado por la Academia Francesa de Inscripciones y Bellas Letras. Se trata del volumen Mexico-Tenochtitlan: Dynamism at the Center of the World, editado por Bárbara Mundy, Leonardo López Luján y Elizabeth H. Boone, bajo el sello de Dumbarton Oaks, institución de la Universidad de Harvard.
El libro, compuesto por 13 capítulos escritos por académicos de México, Estados Unidos y Japón, indaga con profundidad arqueológica, histórica y simbólica las razones detrás de la consolidación de Tenochtitlan como el centro político, económico y espiritual del mundo mexica. Un lugar que, tras la invasión española, lejos de extinguirse, se transformó en un nodo urbano que sigue palpitando bajo las estructuras de la actual Ciudad de México.
La publicación está dedicada a Alfredo López Austin, uno de los intelectuales más influyentes en la comprensión del pensamiento nahua. Su legado se entrelaza con las contribuciones del Proyecto Templo Mayor (PTM), iniciado por Eduardo Matos Moctezuma y dirigido desde 1991 por Leonardo López Luján, protagonista clave en una de las revelaciones arqueológicas más impactantes del siglo XXI: el hallazgo de la escultura de Tlaltecuhtli.
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2 de octubre de 2006. En uno de los flancos orientales del Templo Mayor, en el corazón de lo que fue el recinto ceremonial mexica, emergió de las entrañas del suelo lacustre una figura colosal: Tlaltecuhtli, la deidad de la Tierra, devoradora del Sol y señora de los hombres. Fueron los integrantes del Programa de Arqueología Urbana (PAU) quienes, bajo la dirección de Álvaro Barrera, desenterraron la que hoy se considera la escultura monolítica más imponente hallada en la historia del Valle de México.
López Luján, quien próximamente recibirá el Premio Nacional de Artes y Literatura 2024 en el Palacio de Bellas Artes, ha documentado la importancia de esta pieza en su libro Escultura monumental mexica, editado por el Fondo de Cultura Económica. “Tlaltecuhtli, Señora de la Tierra… es la mayor talla jamás extraída del subsuelo de la Ciudad de México”, escribe. La escultura apareció casi en la confluencia de las calles República de Argentina y República de Guatemala, y desde entonces se ha convertido en un punto de inflexión para las investigaciones del recinto sagrado.
A casi dos décadas de aquel hallazgo, la pieza ha detonado una cascada de investigaciones sobre ritualidad, funeraria imperial y cosmología mexica. De hecho, hay un punto sin resolver: la ubicación de los restos de tres tlatoanis —Axayácatl, Tízoc y Ahuízotl—, cuyas cenizas, según múltiples fuentes históricas, debieron ser enterradas al pie del Templo Mayor, junto a ofrendas colosales.
Ofrendas, reyes y el peso del subsuelo
Las excavaciones han abierto ofrendas que contienen decenas de miles de objetos: joyas, instrumentos rituales, restos humanos, figurillas, herramientas cotidianas y elementos lúdicos que revelan una corte rica en símbolos y acompañantes. Como en Egipto o Mesopotamia, los monarcas mexicas no emprendían el viaje al más allá solos. Mujeres, sirvientes, músicos, enanos y bufones eran sacrificados o enterrados simbólicamente para servir al rey en la muerte como lo hacían en vida.
Pero el desafío no es solo arqueológico, sino también físico. El Centro Histórico de la Ciudad de México, edificado sobre un lago, sufre un hundimiento constante. Un equipo de ingenieros japoneses colabora con el PTM para monitorear este fenómeno, que avanza a razón de 30 centímetros anuales. Cavar más allá de los 13 metros actuales podría poner en riesgo no solo las piezas, sino los edificios circundantes. “Nos han dicho que ni se nos ocurra hacer un pozo de 30 metros o, peor aún, un túnel”, afirma el arqueólogo.
Tenochtitlan, ciudad en resistencia
El hallazgo de Tlaltecuhtli, hoy resguardada en el Museo del Templo Mayor, activó una serie de trabajos interdisciplinarios: restauración, análisis cromático, escaneo tridimensional, interpretación iconográfica y estudios litúrgicos que continúan revelando dimensiones ocultas del poder y la espiritualidad mexica. Esta pieza es un códice tallado en piedra que narra, sin palabras, el vínculo entre la vida, la muerte y el territorio.
En 2028, el Proyecto Templo Mayor cumplirá 50 años, y se alistan actividades conmemorativas. Mientras tanto, cada febrero se celebra el descubrimiento de Coyolxauhqui, diosa lunar hallada el 21 de febrero de 1978, y cuya aparición dio origen a esta saga de descubrimientos.
López Luján concluye con honestidad: “Nos gusta celebrar las efemérides porque nos recuerdan que aquí, bajo nuestros pies, sigue latiendo la historia”.
Redacción SUMMA
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